Por: Miguel Angelino
En el tranquilo y brumoso lago de Pátzcuaro, una antigua leyenda purépecha ha cobrado nueva vida en la pantalla grande. Un cuento de pescadores - La maldición de la Miringua, dirigida por Edgar Nito, es una obra de fantasía oscura y realismo mágico que explora fantasmas del pasado, el peso del olvido y los secretos que se ocultan bajo las aguas.
La cinta, escrita por Nito junto a Alfredo Mendoza, se inspira en La Miringua: un espíritu femenino que, según la tradición, seduce a los pescadores y los arrastra a las profundidades. Pero más allá del elemento sobrenatural, la película usa esta figura como metáfora del remordimiento, el deseo y la culpa colectiva que flota entre los habitantes de un pueblo pesquero purépecha.
En palabras del director, “La Miringua representa esa maldad interna que corrompe desde adentro y que, si uno no enfrenta, acaba por devorarlo”. Lejos de presentar un ente monstruoso, la película deja que el terror surja de las insinuaciones, del ambiente y de las emociones contenidas.
Un enfoque coral y sensorial
Lo que distingue a Un cuento de pescadores es su narrativa coral: no hay un protagonista central, sino múltiples personajes cuyas historias se entrelazan en torno a esta maldición. Esa estructura permite ver cómo un mismo mito puede afectar a cada persona de forma distinta: ya sea a través del deseo, la culpa, el duelo o la represión.
La película está protagonizada por un sólido elenco: Noé Hernández, Mercedes Hernández, Hoze Meléndez, Renata Vaca y Jorge A. Jiménez, quienes ofrecen interpretaciones intensas y llenas de matices.
Visualmente, la cinta es un espectáculo inquietante. La fotografía de Juan Pablo Ramírez (AMC) transforma el lago en un personaje más: hipnótico y amenazante, siempre al acecho. Cada reflejo parece esconder un secreto, y cada plano está cargado de tensión.
La atmósfera sonora, diseñada por Leonardo Heiblum y su equipo, añade una capa extra de suspenso. Con susurros, silencios inquietantes y sonidos naturales distorsionados, el audio guía emocionalmente al espectador por este viaje lleno de incertidumbre.
Una producción conectada con la tradición
Rodada íntegramente en locaciones reales de la región —incluyendo las islas de Pacanda, Yunuén y Tecuena—, la película se nutre de las leyendas orales compartidas por la comunidad. El equipo de producción no solo filmó en el lugar, sino que convivió con las tradiciones y con los relatos que han pasado de generación en generación.
Esa conexión con el entorno ha rendido frutos: la película ha sido reconocida en varios festivales de cine de género y autor, incluyendo el Festival de Sitges (estreno mundial), el FICM (mención especial al elenco), Los Cabos, Mórbido (Premio del Público), Feratum (Mejor Película y Mejor Director) y Buenos Aires Rojo Sangre (Mejor Director y Mejor Montaje).
Un horror que se insinúa más de lo que se muestra
A diferencia de otras películas donde la figura sobrenatural domina la pantalla, Un cuento de pescadores apuesta por lo sugerente. La Miringua no es un monstruo evidente ni una criatura digitalizada: es una presencia que se manifiesta en las grietas de los personajes, en los excesos de alcohol, en los celos, el deseo reprimido y el aislamiento. Su terror no es explícito, sino emocional, como una corriente que arrastra lentamente.
La película también presenta triángulos amorosos, conflictos intergeneracionales y una crítica velada a la descomposición social que se esconde tras la rutina. La Miringua se vuelve entonces símbolo del olvido —como su nombre en purépecha lo indica— y de todo aquello que la comunidad decide ignorar.
Estreno en cines
Un cuento de pescadores llega a salas de cine este 30 de mayo bajo el sello de Cinépolis Distribución, como una propuesta nacional diferente, cargada de identidad, mitología y una mirada artística que combina el cine de autor con el terror psicológico.
Si buscas una película que te atrape no solo por sus sustos, sino por lo que sugiere y lo que revela de nuestra cultura, esta leyenda del lago te espera. Solo recuerda: cuando el agua esté en silencio… es cuando más cerca está La Miringua.
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