Por: Miguel Angelino Toriz

¿Qué es la vida? ¿Cuánto tiempo nos queda? Son preguntas que a veces preferimos ignorar, pero… ¿Qué pasaría si llegara la respuesta? Ya sea el fin del mundo o el final personal, conocerlo sería aterrador. Probablemente muchos optarían por aferrarse al presente o algunos otros a los recuerdos del pasado. La nueva película de Mike Flanagan que llega a cines esta semana, La Vida de Chuck, plantea precisamente esta idea, de una forma misteriosa, un tanto confusa, pero sumamente atrapante.
Origen de la historia: Stephen King en otro registro
La Vida de Chuck surge directamente de un relato corto de Stephen King. Si eres fan de su obra, seguramente sabrás que proviene del libro antológico La Sangre Manda (If It Bleeds), y quizá te alegraste al enterarte de su adaptación cinematográfica, protagonizada por Tom Hiddleston.
En lo personal no había leído esta historia antes, pero desde el tráiler ya se percibía algo distinto: un relato alejado del terror clásico con el que solemos asociar a Stephen King. Sin embargo, al ver la película terminé sorprendido, pues sí conserva la esencia característica del autor, abordando temas cósmicos, existenciales y con un ligero toque sobrenatural que enriquecen la experiencia.
Una Vida en Tres Partes
Hablar de esta obra sin dar spoilers es complicado, ya que su trama es compleja. Por eso, más que resumirla, me enfocaré en lo que puedes esperar de la película y en las reflexiones que deja al salir de la sala.
La historia está dividida en tres actos —o tres relatos— muy distintos entre sí, aunque de cierta manera conectados. El primero que conocemos en pantalla es, en realidad, el último en la cronología: un retrato del fin del mundo. Todo comienza con desastres naturales y crisis ecológicas, seguidos por la caída total del internet y las telecomunicaciones. La humanidad empieza a resignarse a su final, cuando de pronto, entre el caos, aparecen mensajes misteriosos agradeciendo los 39 años de servicio de un hombre llamado Chuck.

La segunda parte nos revela quién fue Chuck. A través de un narrador conocemos detalles de su vida y cómo sus caminos se cruzaron con los de otras dos personas en un momento a la vez divertido y conmovedor. Aunque en este segmento el mensaje parece menos claro, aporta un matiz interesante a la construcción del personaje.
Finalmente, la tercera parte nos lleva a la infancia de Chuck, mostrando momentos clave que ayudan a conectar los relatos y comprender cuál podría ser el verdadero mensaje de la obra. No obstante, este es tan complejo como ambiguo, dejando espacio a múltiples interpretaciones. Para mí, el tema central es el miedo a la muerte y cómo condiciona nuestra vida; para otros, podría tratarse más bien del miedo a vivir.

La crítica ha coincidido en algo: Esta nueva cinta de Mike Flanagan —quien también escribió el guion junto con Stephen King—, La Vida de Chuck resulta una historia hermosa, considerada una de las mejores adaptaciones que se ha hecho del autor, e incluso una de las mejores películas del año.
Sin embargo, confieso que ese tipo de comentarios elevan demasiado las expectativas. Aunque la película es bella y adapta fielmente el relato, no me pareció tan conmovedora como se anticipaba. La gran revelación de la historia, si bien es significativa, no resulta tan espectacular ni tan catártica como parecía al inicio.
Aun así, La Vida de Chuck es una cinta que invita a reflexionar, que te deja pensando en lo que viste y en los temas que plantea. Ya está disponible en cines de México desde el 21 de agosto, gracias a Diamond Films.
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